Sobre mi

Miro hacia atrás en el tiempo y me recuerdo a mí mismo antes de todo esto. Diría que no he cambiado porque creo que las personas cambian de dentro hacia afuera, y solo si quieren hacerlo. Y aunque tengo cicatrices, son solamente las marcas del tiempo que pasa.

Nací en 1972 en Madrid. Soy el mediano de tres hermanos varones y seguro que alguno puede pensar que muchas de mis peculiaridades y rarezas tienen en eso su origen, o quizás en lo de ser capricornio; en todo caso nunca he creído ni en una cosa, ni en la otra; ni mucho menos en que nada de ello tenga entidad como para marcar una vida.

Sin embargo, sí que la tiene una madre, y desde luego la mía. Covadonga nació en Asturias hace muchos años y por ella siempre he sentido que la vida fue generosa conmigo desde el principio. Mi verdadero privilegio en vida ha sido el ser su hijo, porque entre otras muchas cosas, en casa me enseñaron lo que era el respeto, la importancia de la honradez, el valor del trabajo y del esfuerzo, y lo de procurar ser –por encima de lo demás– una buena persona.

Fui a la universidad y cursé mis estudios de empresariales a inicios de los noventa, teniendo la fortuna inmensa de encontrar siempre en mi camino a jefes y mentores de los que aprendí y por los que fui respetado y valorado.

Con veintiocho años, una mezcla de curiosidad y necesidad vital me hizo viajar a Sudamérica para visitar aquellos lugares a los antes se llamaban “Las Misiones”. Tras conocerlas y aprender a querer a sus gentes, un grupo de amigos emprendimos el reto de crear una entidad social que a día de hoy, casi veinte años más tarde, sigue trabajando por las personas más necesitadas de nuestra sociedad. A “nuestra misión de aquí”, la llamamos Achalay, que en quechua, la lengua antigua de la pre-cordillera andina, significa “Algo Maravilloso”.

Bien entrados los treinta conocí a María y nos casamos hace ya más de una década. Nuestro legado y nuestra alegría se llaman Alejandro, Alma y Emilie, y lo que más nos gusta hacer juntos es perdernos de la mano por los bosques de la Sierra del Guadarrama.

A la vida no le pido nada más que la oportunidad de seguir en ella para ser espectador junto a María –y si puede ser, en primera fila– de la vida de nuestros hijos, con sus suertes y tropiezos,  haciéndoles sentir que mientras sigamos por aquí, siempre estaremos a su lado.

¿A qué me dedico profesionalmente?

La verdad es que es difícil de explicar, porque lo que hago no tiene nombre y además, aunque resulte casi increíble, tengo uno de los mejores trabajos que conozco.

A día de hoy, dedico mi tiempo a seis empresas (Umivale, MAZ, Egarsat, Mutua Montañesa, Mutua Navarra, Mutua Balear) que hace más de diez años decidieron crear una alianza a la que llaman Sumaintermutual, porque estaban convencidas de que colaborando y ayudándose, serían más fuertes, más sostenibles y más independientes.

Trabajo con los Equipos Directivos y Técnicos de estas seis empresas, facilitando la realización de programas comunes que incrementen las sinergias entre ellas y mejoren la calidad de los servicios que prestan a sus clientes.

Dicho así suena muy rimbombante y casi de escuela de negocios, pero en el fondo me relaciono con personas comprometidas que además de su trabajo diario, ofrecen con cariño y con pasión su tiempo a favor de metas comunes. 

Es un regalo de trabajo. Y ya si le añado que mis seis Directores Generales son personas buenas, capaces de acompañar, de enseñar y de respetar, cierro el círculo y la explicación de por qué mi trabajo es tan especial.

Sobre mi

Miro hacia atrás en el tiempo y me recuerdo a mí mismo antes de todo esto. Diría que no he cambiado porque creo que las personas cambian de dentro hacia afuera, y solo si quieren hacerlo. Y aunque tengo cicatrices, son solamente las marcas del tiempo que pasa.

Nací en 1972 en Madrid. Soy el mediano de tres hermanos varones y seguro que alguno puede pensar que muchas de mis peculiaridades y rarezas tienen en eso su origen, o quizás en lo de ser capricornio; en todo caso nunca he creído ni en una cosa, ni en la otra; ni mucho menos en que nada de ello tenga entidad como para marcar una vida.

Sin embargo, sí que la tiene una madre, y desde luego la mía. Covadonga nació en Asturias hace muchos años y por ella siempre he sentido que la vida fue generosa conmigo desde el principio. Mi verdadero privilegio en vida ha sido el ser su hijo, porque entre otras muchas cosas, en casa me enseñaron lo que era el respeto, la importancia de la honradez, el valor del trabajo y del esfuerzo, y lo de procurar ser –por encima de lo demás– una buena persona.

Fui a la universidad y cursé mis estudios de empresariales a inicios de los noventa, teniendo la fortuna inmensa de encontrar siempre en mi camino a jefes y mentores de los que aprendí y por los que fui respetado y valorado.

Con veintiocho años, una mezcla de curiosidad y necesidad vital me hizo viajar a Sudamérica para visitar aquellos lugares a los antes se llamaban “Las Misiones”. Tras conocerlas y aprender a querer a sus gentes, un grupo de amigos emprendimos el reto de crear una entidad social que a día de hoy, casi veinte años más tarde, sigue trabajando por las personas más necesitadas de nuestra sociedad. A “nuestra misión de aquí”, la llamamos Achalay, que en quechua, la lengua antigua de la pre-cordillera andina, significa “Algo Maravilloso”.

Bien entrados los treinta conocí a María y nos casamos hace ya más de una década. Nuestro legado y nuestra alegría se llaman Alejandro, Alma y Emilie, y lo que más nos gusta hacer juntos es perdernos de la mano por los bosques de la Sierra del Guadarrama.

A la vida no le pido nada más que la oportunidad de seguir en ella para ser espectador junto a María –y si puede ser, en primera fila– de la vida de nuestros hijos, con sus suertes y tropiezos,  haciéndoles sentir que mientras sigamos por aquí, siempre estaremos a su lado.

¿A qué me dedico profesionalmente?

La verdad es que es difícil de explicar, porque lo que hago no tiene nombre y además, aunque resulte casi increíble, tengo uno de los mejores trabajos que conozco.

A día de hoy, dedico mi tiempo a seis empresas (Umivale, MAZ, Egarsat, Mutua Montañesa, Mutua Navarra, Mutua Balear) que hace más de diez años decidieron crear una alianza a la que llaman Sumaintermutual, porque estaban convencidas de que colaborando y ayudándose, serían más fuertes, más sostenibles y más independientes.

Trabajo con los Equipos Directivos y Técnicos de estas seis empresas, facilitando la realización de programas comunes que incrementen las sinergias entre ellas y mejoren la calidad de los servicios que prestan a sus clientes.

Dicho así suena muy rimbombante y casi de escuela de negocios, pero en el fondo me relaciono con personas comprometidas que además de su trabajo diario, ofrecen con cariño y con pasión su tiempo a favor de metas comunes.

Es un regalo de trabajo. Y ya si le añado que mis seis Directores Generales son personas buenas, capaces de acompañar, de enseñar y de respetar, cierro el círculo y la explicación de por qué mi trabajo es tan especial.

Charlas y conferencias.

Cuenta conmigo para contarte historias que acaban bien

Para comunicar e influir, para convencer a las personas de que pueden ser felices si saben cómo hacerlo, para invitarles a mejorar o sencillamente para que alcancen a creer en sí mismas, hace falta ser uno de los grandes, casi un gurú.

A mí, sobre todo, me gustan las historias que acaban bien y pueden ser inspiradoras; me gusta contar lo que he vivido y lo que he aprendido y sobre todo me gusta reírme sanamente de mí mismo en compañía de otros.

Y esto sí lo hecho en muchas ocasiones y con muchos públicos diferentes. En jornadas, en foros, en cursos o sencillamente invitado por empresas como Santander, Deloitte, Linklaters, Sage, HerbertSmith, Mckinsey, Feuvert, Grupo Develop… Una vez incluso me grabaron, lo que me viene de maravilla para que veas cómo lo hago y si te interesa que hagamos juntos algo parecido en temas que tengan que ver con la motivación, la responsabilidad social, la discapacidad, la incertidumbre o, sencillamente, las oportunidades que nos da la vida.

Hablamos cuando quieras.

Charlas y conferencias.

Cuenta conmigo para contarte historias que acaban bien

Para comunicar e influir, para convencer a las personas de que pueden ser felices si saben cómo hacerlo, para invitarles a mejorar o sencillamente para que alcancen a creer en sí mismas, hace falta ser uno de los grandes, casi un gurú.

A mí, sobre todo, me gustan las historias que acaban bien y pueden ser inspiradoras; me gusta contar lo que he vivido y lo que he aprendido y sobre todo me gusta reírme sanamente de mí mismo en compañía de otros.

Y esto sí lo hecho en muchas ocasiones y con muchos públicos diferentes. En jornadas, en foros, en cursos o sencillamente invitado por empresas como Santander, Deloitte, Linklaters, Sage, HerbertSmith, Mckinsey, Feuvert, Grupo Develop… Una vez incluso me grabaron, lo que me viene de maravilla para que veas cómo lo hago y si te interesa que hagamos juntos algo parecido en temas que tengan que ver con la motivación, la responsabilidad social, la discapacidad, la incertidumbre o, sencillamente, las oportunidades que nos da la vida.

Hablamos cuando quieras.